Queridos lectores, ante todo disculpas por el abandono al que os he sometido (alguno seguro que lo habrá agradecido) y que ha sido ajeno a mi voluntad: compromisos, viajes, trabajo y un sinfín de excusas más que me han impedido cumplir con la obligación. Hecha esta aclaración, os quiero contar una maravillosa y sorprendente vivencia que he tenido estos días, mi primera visita al
Museo Cerralbo en Madrid. ¿Y cómo es que a estas alturas descubro una joya de tamaña relevancia? Tengo que entonar el mea culpa porque, aunque estuvo cerrado durante unos cuantos años, se reabrió en diciembre de 2010, vamos, que tuve tiempo de sobra y no fui. Pero como nunca es tarde si la dicha es buena, ha sido 2016 el año elegido para mi bautismo cerralbiano. No pasa nada, la cosa es hacerlo y además hacerlo con buenos resultados como ha sido el caso. No puedo más que decir que esta institución goza de un esplendor y una gloria de los que he sido testigo tras esta breve pero fructífera estancia en la capital. Os dejo una diminuta muestra de la grandiosidad de un palacio, de la exuberancia, delicadeza y belleza de una colección y del recorrido por la historia y el arte del mundo, que, gracias al
Marqués de Cerralbo, podemos hacer con tan solo desplazarnos a este fantástico rincón. Desde un capitel romano del siglo I d. C. a unos gemelos de oro del siglo XIX de don Carlos de Borbón pasando por un puf-leñera monísimo digno de copiar vilmente por los que tenemos chimenea. Yo todavía no me he recuperado y creo que el Síndrome de Stendhal, al que tanto hago referencia, se me ha instalado de manera crónica y ya no hay terapia que me lo quite. Bueno, sí, la hay, pero prefiero seguir con el síndrome y la tele sin encender.
Una última recomendación, a los que sufrís de dolores cervicales, venid con la fisioterapia hecha de casa, ya que vais a tener que mirar para arriba para abajo, para derecha e izquierda. Las obras de arte, las reliquias, los restos arqueológicos, las porcelanas... están por todos lados incluido el techo.
Os dejo puesta esta ligerísima crónica acompañada de un bravo por el Marqués de Cerralbo y otro bravo por los conservadores de su casa y colección. Este exquisito viaje en el tiempo fue una experiencia increíble.
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En estos lugares pongo cara de buena (en mi fuero interno estoy maquinando cómo rayos llevarme algo de allí). |
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Jarrón con "Flores de Mayo". Fábrica de Meissen. |
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Maravilloso reloj flanqueado por unos retratos enmarcados de manera regia, como corresponde. |
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Salita rosa. |
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Uno de los preciosos baños. |
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Armadura procedente de Japón, período Edo. |
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Busto y manos de un apóstol sobre fantástica vitrina. |
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Detalle de uno de los techos. |
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Tondo de Luca della Robbia. |
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El único papel pintado que se conserva original de la época. |
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Jardinera procedente de Japón, Era Meiji, entre otras maravillas. |
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La "Sala de las Columnitas". |
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Detalle del tocador. ¿Quién no quiere algo así? |
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Velador de malaquita procedente de Rusia. |
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Detalle de la mesa de billar francesa, hacia el 1855. |
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Campana china, Dinastía Qing. |
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Teléfono Ericsson. |
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Las lámparas son impresionantes. |
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Diminuta obra de arte oriental. |
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Colección de camafeos. |
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Maravilla tropical. |
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Otro de los monísimos baños. |
Os recuerdo que lo que aquí habéis visto es pura anécdota y os dejo los créditos como siempre. Hasta la próxima, queridos.
Museo Cerralbo
c/ Ventura Rodríguez, 17
28008 Madrid, España
Teléfonos: (00 34) 915 47 36 46 / 47
Sylvie Tartán: bailarinas de Pretty Ballerinas, vestido de Grace & Mila, blazier Maison Scotch, clutch de Ba&sh y collares vintage de Carmén Hernán.
Sylvie Tartán.